Viene de: El legado griego y el catastro romano (clase 15).
El retroceso medieval
Toda vez que se habla de alguna actividad en creciente desarrollo aparece en la edad media un período de oscurantismo y retroceso, provocado por cuestiones religiosas y políticas. El campo de la cartografía no fue la excepción, a punto tal que la esfericidad terrestre, de la que no existía la menor duda, volvió a ponerse en tela de juicio. Toda ciencia que por entonces se apartara de los mandatos bíblicos era como mínimo irrelevante. Dentro de ese contexto, queda claro que la cartografía quedó en suspenso hasta nuevo aviso.
En contraposición a esto, algunos religiosos occidentales comenzaron a inclinarse nuevamente por el concepto de una Tierra redonda. El caso más conocido es el del padre San Isidoro, cuando asegura que “la esfera celeste se centra en la Tierra y dicha esfera no tiene fin ni principio”.
San Isidoro diseñó uno de los primeros mapas de la edad media, siendo además el primero impreso que se conoce. En dicho mapa, conocido como “T en O”, se hallan representados los tres continentes de los que se tenía conocimiento por entonces, rodeados del océano primitivo.
En clara contraposición al pensamiento cristiano, la cultura musulmana privilegiaba a las ciencias geográficas. La razón de ello es que el Corán aconsejaba la necesidad de observar la Tierra y los cielos, a fin de encontrar en ellos las pruebas de su fe. Es por lo tanto comprensible que el pensamiento musulmán se volcara a favor del conocimiento científico. Por su parte, el conocimiento de la geografía les posibilitaría aprender con exactitud el itinerario necesario para llegar a la Meca.
El desarrollo cartográfico árabe no solo que por entonces no se vio interrumpido, sino que además fue alimentado directamente de los griegos a través de la biblioteca de Alejandría y de Bizancio.
En cuanto a la cartografía árabe, puede decirse que el geógrafo y viajero árabe por excelencia fue un tal Abu Abd Allah Muhammad al-Idrisi, o simplemente Al Idrisi. Nacido en Ceuta (ciudad perteneciente al imperio almorávide) en el 1100 d.C., puede considerarse perfectamente hispano, ya que descendía de nobles granadinos asentados en la ciudad de Málaga. Posteriormente tuvo su residencia permanente en la corte de Roger II de Sicilia, establecida en Palermo.
Si bien la obra de Al Idrisi fue muy extensa, este alcanza su reconocimiento a partir de haber confeccionado un mapamundi conocido como “Tabula Rogeriana”, con una particularidad muy interesante: a diferencia de todos los mapas conocidos hasta entonces, en este el Sur se encontraba arriba.
Continua en: La eclosión en la Edad Media y la cartografía del Renacimiento (Clase 17)
Darío G. Fernández
Director del ISNDF
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