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30/05/2024 by Instituto Superior de Navegación

Señales Visuales y Señales Acústicas (Clase 25)

Viene de: Hombre al agua (clase 24).

A bordo de cualquier embarcación se plantea permanentemente la necesidad de comunicarse, ya sea con otras embarcaciones, o bien con algún servicio guardacostas de la zona. Muchas de las veces será solamente a fin de reportar el arribo a algún puerto, para comunicar a otros barcos de alguna situación en particular, o bien para solicitar partes meteorológicos, aunque también puede plantearse la necesidad de efectuar algún pedido de auxilio.

Los sistemas con que puede contarse a bordo para hacer señales son:

Señales Visuales

  1. Banderas (Código Internacional de Señales).
  2. Luces y marcas (se verá en el capítulo de Legislación).
  3. Señalización pirotécnica.

Acústicas

Campanas, bocinas, sirenas o timbres (utilizando Código Morse).

Radiocomunicaciones

Equipos de radio por VHF o BLU, etc.

Señales visuales

Código Internacional de señales: El juego completo se compone de 26 banderas que corresponden a letras alfabéticas de la A hasta la Z, 10 gallardetes numéricos del 0 al 9, 3 repetidores y el gallardete de “inteligencia”. El Código viene provisto de un volumen que sirve como guía para su correcta utilización, en donde constan todas las combinaciones posibles entre banderas según su significado, por lo que no nos extenderemos en este sistema.

Señales pirotécnicas: Se utilizan tanto en buques como en barcos de recreo, botes y balsas salvavidas en casos de emergencia. Describiremos a continuación las señales pirotécnicas más utilizadas en la navegación deportiva:

Bengalas de mano: Se utilizan de noche y tienen aproximadamente un minuto de duración.

Bengalas de mano

Precauciones a tener en cuenta para su uso:

  • Encenderse lejos de la cara y fuera de la balsa salvavidas para evitar que ésta se dañe con alguna chispa.
  • Usar solamente en casos de emergencia.
  • No mirar en forma directa la luz que emite.
  • Solo deben encenderse si se visualizan otros barcos o aeronaves que puedan acudir en nuestro auxilio.
  • Deben estibarse siempre al alcance de la mano y en lugares secos.
  • No tener a bordo material vencido.

Señales fumígenas: Se utilizan de día y consisten en un cartucho flotante que una vez encendido y arrojado al agua, emite una columna de humo naranja por más de 3 minutos. Caben las mismas recomendaciones que para el caso anterior.

Señales fumígenas

Cohetes bengalas con paracaídas: Son bengalas que se lanzan al aire por medio de un dispositivo (cohete) a más de 300 metros, desde donde comienzan a descender lentamente suspendidas de un paracaídas. La duración aproximada de estas bengalas es de 40 segundos, tiempo suficiente para que se apaguen antes de llegar a tierra, aunque por lo general deberían caer al agua. Son de uso diurno y nocturno, aunque es pre- ferible su utilización de noche.

Se debe tener la precaución de arrojarlas en forma vertical, ya que el proyectil disparado podría causar serios daños en caso de alcanzar a alguna persona. Podría inclusive provocarse un incendio debido a que la bengala que despide posee alta expansión calórica.

Cohetes bengalas con paracaidas

Otras señales visuales: Son señales que se utilizan en caso de carecer de medios más eficaces. Pueden usarse además combinadas con señales de pirotecnia.

  • Linterna: Se utiliza de noche para transmitir con destellos la señal S.O.S. del código Morse ( _ _ _ . . . _ _ _ ).
  • Espejo de mano: Igual que en el caso anterior pero de uso diurno.
  • Señales con los brazos: Consiste en alzar los brazos a la altura de los hombros y bajarlos reiteradamente. Puede combinarse con algún medio acústico transmitiendo SOS.
  • Cuadrado y círculo negro sobre lona naranja: Esta señal puede izarse en algún palo o bien puede extenderse sobre cubierta para ser visualizada desde una aeronave. Indica pedido de auxilio.
  • Banderas NC: La combinación de banderas del Código Internacional de Señales N y C indica pedido de auxilio. Deben izarse juntas la N por sobre la C.
  • Cualquier otro medio de llamar la atención como humo o llamaradas sobre cubierta pueden ser usados en caso de no contar con otros medios. En tal caso, se tendrá la precaución de no provocar un incendio a bordo.

Señales acústicas

Poco es lo que puede decirse respecto del pedido de auxilio con señales acústicas, puesto que dependerá de los elementos con los que contemos a bordo. Todo elemento que produzca sonido será bienvenido si lo utilizamos correctamente. Algunos ejemplos:

  • Cañonazos o explosiones a intervalos de un minuto.
  • Sonido continuo con alguna bocina de niebla, campana o artefacto similar.
  • Cualquier elemento que permita transmitir la señal S O S del código Morse.

Continua en: Radiocomunicaciones (clase 26).

Darío G. Fernández
Director del ISNDF

Si desea realizar el curso de conductor náutico completo en nuestro instituto, puede contactarse con nosotros a través de nuestro teléfono Cel. (011) 15 5644-2888, o bien vía mail a secretaria@isndf.com.ar
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30/05/2024 by Instituto Superior de Navegación

Hombre al agua (Clase 24)

Viene de: Incendios (clase 23).

Uno de los accidentes más graves que puede ocurrir a bordo de un barco es que un tripulante caiga al agua. Si bien esto puede resultar hasta divertido en un día de sol y fondeados en un lugar apacible, puede a su vez convertirse en una pesadilla si llegase a ocurrir durante un temporal o si es de noche. Por esta razón y para que ello no ocurra es imprescindible tomar todos los recaudos del caso.

Si se navega con mal tiempo, es preciso que todos los tripulantes de cubierta lleven colocados el chaleco salvavidas y el arnés de seguridad. Debe además tenerse preparado el salvavidas circular con su correspondiente boya de autoencendido por si llega a ser necesario. Si a pesar de las precauciones mencionadas ocurriese el hecho, se debe obrar con la mayor celeridad y eficacia posible. El capitán a cargo o quien observe el accidente dará la voz de “HOMBRE AL AGUA” mientras que se arrojan salvavidas y boya de autoencendido. El timonel se dispondrá rápidamente a ejecutar la maniobra de rescate y el resto de la tripulación se preparará para subir a bordo al accidentado. De contar con una buena cantidad de personas a bordo, es importante que una de ellas se ocupe de no perder de vista al caído en ningún mome to. Si el accidente ocurriese de noche, arrojar algunas bengalas con paracaídas ayudará a iluminar la zona. Debería además, si se presume que el rescate puede ser dificultoso, contactarse por VHF con el servicio guardacostas de la zona y dar aviso de inmediato, a fin de que colaboren en las tareas de rescate.

Las maniobras a efectuar para aproximar la embarcación hasta el lugar donde la persona ha caído al agua pueden ser diversas y dependerán en gran medida de las condiciones climáticas reinantes. Describiremos algunas maniobras posibles para embarcaciones a motor.

Maniobra de hombre al agua

Cuando se efectúa la maniobra de hombre al agua navegando a motor, se debe prestar absoluta atención al peligro que representa la hélice de la embarcación y el chorro de agua. Es preciso además que la aproximación final se haga a velocidad reducida para evitar golpear al caído con el casco. Poner el motor en «Para», pero no detenerlo, ya que podría necesitarlo para algún ajuste de último momento. Un procedimiento sencillo y eficaz consiste en dar todo el timón hacia la banda por donde cayó el accidentado, a fin de separar la hélice del mismo, y continuar gobernando en círculo hasta que la persona en el agua se encuentre a unos 40º de la proa. Acto seguido se detendrá el motor y se dirigirá la proa hacia el caído, gobernando el tramo final solamente con el timón y procurando que el accidentado quede ubicado respecto de la embarcación del modo que sea más sencillo para subirlo a bordo.

Maniobra de hombre al agua

Otra maniobra conocida, aunque muy poco utilizada en embarcaciones de placer por su complejidad, consiste en dar todo el timón a la banda por donde cayó la persona (igual que en el caso anterior) hasta que el barco haya variado su rumbo en aproximadamente 70º. En este punto, se cambia todo el timón a la banda contraria hasta navegar en el sentido opuesto al que se navegaba. Si la maniobra es efectuada correctamente, el barco regresará al lugar exacto donde ocurrió el accidente. Valen aquí las mismas recomendaciones que en el caso anterior.

Maniobras de Hombre al agua

Continua en: Señales visuales y señales acústicas (clase 25).

Darío G. Fernández
Director del ISNDF

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30/05/2024 by Instituto Superior de Navegación

Remolque (Clase 22)

Viene de: Control de averías (clase 21).

En alguna de las situaciones anteriores, tal vez sea preciso que la embarcación que sufrió la avería sea remolcada hasta un puerto próximo. La maniobra de remolque, sobre todo con oleaje, no es tan sencilla como parece y deben tenerse en cuenta algunas cuestiones importantes para evitar daños mayores. Es preciso destacar que la legislación vigente en la materia permite al remolcador cobrar por sus servicios, por lo que sería prudente aclarar dichas cuestiones de antemano.

Las dos formas más usuales de llevar a cabo un remolque en embarcaciones deportivas son: remolque por largo y remolque abarloado.

Remolque por largo

Remolque por largo

Este método se utiliza cuando es preciso remolcar una embarcación en un trayecto prolongado a mar abierto. La razón fundamental es que, de este modo, se evita que las bandas de ambos barcos se dañen entre sí a causa del oleaje. Debido a que el barco remolcado “retiene” la popa del remolcador, este último pierde maniobrabilidad. Es por esta razón que se hace inconveniente contar con dicho método cuando se necesita maniobrar en espacios pequeños.

El barco que remolca será el encargado de suministrar el cabo al barco remolcado, ya que de este modo la tarea se hace más sencilla. Deberá utilizarse un cabo sumamente resistente, puesto que se verá expuesto a violentos tirones. El mismo, además, tendrá que ser lo más largo posible (3 a 4 esloras como mínimo), a fin de evitar que el barco remolcado pueda golpear contra la popa del remolcador. Cuanto más largo sea el cabo, menos bruscos serán los tirones ya que tendrá mayor flexibilidad. Para disminuir la violencia de los tirones también puede colocarse un neumático en el medio del cabo de remolque o bien puede ubicarse algún tipo de lastre en el centro.

Otra manera de evitar los tirones consiste en hacer que, tanto el remolcador como el remolcado, maniobren correctamente intentando que el cabo se mantenga tenso permanentemente. Incluso es conveniente que la longitud de dicho cabo sea igual al período de la ola, de este modo ambas embarcaciones se encontrarán simultáneamente en la cresta o en el seno. El barco que está siendo remolcado deberá seguir en todo momento la estela del remolcador, evitando así adelantarse al cortar por el trayecto más corto. De este modo se impedirá que el cabo se afloje y se tense violentamente.

Remolque abarloado

Se utiliza este tipo de remolque cuando es necesario trasladar una embarcación en el interior de un puerto o en aguas tranquilas y cuando además es preciso maniobrar en lugares pequeños. En este caso el barco remolcado (el de la izquierda en la figura) nada tendrá que hacer, salvo permanecer con el timón “a la vía”. Es imprescindible interponer defensas entre las bandas de ambos barcos para evitar que estas se dañen.

Remolque abarloado

Continua en: Incendios (clase 23).

Darío G. Fernández
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30/05/2024 by Instituto Superior de Navegación

Control de Averías (Clase 21)

Viene de: Amarrar el barco a una boya o a otra embarcación (clase 20).

Desde el momento en que un barco sale a navegar, y aún amarrado, se encuentra expuesto a sufrir algún tipo de avería (ya sea por abordajes, temporales, varaduras, etc.). Será función primordial del capitán evitar a cualquier precio que estas se produzcan; aunque una vez consumado el hecho, será necesario obrar adecuadamente dependiendo del tipo de avería producida.

Se entiende como avería cualquier imprevisto o accidente que perturbe el normal funcionamiento de la embarcación, afectando directamente algunas de sus propiedades principales (estanqueidad, estabilidad, navegabilidad, flotabilidad, etc.). Es posible incluso que un accidente pueda hacer peligrar más de una de las condiciones antes mencionadas. Por ejemplo, si en una colisión se avería el casco y el timón, el buque perderá su estanqueidad y su navegabilidad (gobierno).

Por todas estas razones es preciso evaluar convenientemente las causas y el tipo de avería, la situación en la que se encuentra el barco en cuanto a su estanqueidad, gobierno, propulsión, estabilidad, así como también las condiciones externas (fenómenos climáticos, fondo, profundidad, etc.).

Averías en el casco

Cuando se produce un abordaje con otra embarcación o bien cuando se colisiona contra algún objeto sumergido (rocas, barcos hundidos, etc.), se corre serio riesgo de sufrir una avería en el casco o “rumbo” que, de resultar de importancia, puede poner en peligro incluso la flotabilidad del barco.

Es primordial en estos casos detectar la vía de agua en forma rápida, ya que será más dificultosa la tarea de detección cuanto mayor sea el nivel de agua dentro de la embarcación. Por otra parte, debemos tener en cuenta que de inundarse en demasía podrían alterarse los sistemas eléctricos, dejando así fuera de servicio a las bombas de achique.

Es preciso además que, inmediatamente, luego de producida la colisión, se comience a inspeccionar en detalle la embarcación. De comprobarse la existencia de algún rumbo en el casco, parte de la tripulación se abocará a la tarea de obturar la vía de agua mientras que el resto comenzará con las tareas de achique. Cabe aclarar que además de poner a funcionar las bombas eléctricas, debería complementarse dicha tarea con cubos de agua y bombas manuales. Alguien dijo en tal sentido que “no hay mejor achicador que un buen balde y una tripulación asustada”.

Una forma sencilla de taponar pequeños orificios o grietas en el casco es colocando tarugos o cuñas de madera a presión. Es preciso destacar la importancia de llevar estos elementos a bordo, así como trozos de madera blanda, ya que la misma se hincha al absorber agua facilitando la obstrucción. Los tarugos o cuñas pueden envolverse en trapos antes de ser introducidos en los orificios, logrando así un cierre aún mejor.

Tapar orificios de embarcaciones

Una vez completada la tarea de taponar el agujero con cuñas, pueden rellenarse los resquicios con trapos o estopa. Sería conveniente además, una vez completado el proceso anterior, colocar una plancha de goma o bien una colchoneta, la que puede ser sólidamente fijada con una tabla y un puntal improvisado. Es importante señalar que la presión ejercida por el agua será mayor cuanto más sumergida se halle la abertura, de ahí que un rumbo abierto en el fondo de la embarcación será más difícil de obturar que uno que se encuentra cerca de la línea de flotación. En este último caso, bastará con escorar el barco lo suficiente como para evitar el ingreso de agua hasta haber concluido con la tarea de sellado. Si bien los rumbos en la obra muerta conllevan menor riesgo, los mismos no deberán minimizarse.

Esto se debe a que, de empeorar las condiciones climáticas, los rolidos del barco y las olas pueden introducir una cantidad de agua suficiente como para hacer peligrar la flotabilidad del barco. Y es por esta razón que deberán ser tratados con la celeridad necesaria.

En caso de que el rumbo producido tenga forma de “grieta” o que sus bordes sean muy irregulares, no es conveniente taparlos clavando cuñas debido a que podrían agrandarse. En tal caso será más conveniente “redondear” sus extremos con una mecha o lima, a fin de que la fisura no se extienda.

Orificios practicados

Cuando el orificio producto de la colisión es de dimensiones mayores, la tarea se dificulta. En principio ya no serán de utilidad cuñas o tarugos y deberá pensarse en elementos de mayor superficie para practicar la obturación. Puede ser de utilidad a tal efecto una colchoneta enrollada e introducida dentro del orificio, fijada convenientemente con tablas y puntales.

De ser magro el resultado obtenido, puede practicarse una obturación pasando una lona por la parte exterior del casco y fijándola convenientemente en las regalas de ambas bandas. La presión del agua se encargará de mantener la lona pegada al casco y detendrá en gran medida la filtración al interior.

Obturación averías barco

De más está decir que no existe una receta general para todos los casos y que deberá primar siempre el sentido común a fin de resolver cada uno en particular. Llegado el punto en que la gravedad de la situación sea tal que se encuentre en duda la flotabilidad del barco, la tripulación deberá prepararse para un eventual abandono, teniendo en cuenta que esto será llevado a cabo solo en última instancia.

Averías en el timón

Varias son las averías que pueden sufrirse en el timón: daños en la caña o en la rueda, rotura de la mecha (eje que une la caña con la pala del timón), pérdida de la pala, etc., todas éstas graves si se tiene en cuenta que afectan directamente el gobierno de la embarcación.

En el caso de la caña, la situación puede resolverse de manera más o menos sencilla, improvisando una nueva con algún remo o algo similar. Los barcos con timón de rueda tienen alguna complicación adicional, ya que la transmisión a la pala no se hace en forma directa sino a través de guardines y poleas. Sería aconsejable, en el caso de que compremos un barco con timón de rueda, solicitar al fabricante la posibilidad de contar con una caña de fortuna, la que se acoplará inmediatamente a la mecha en caso de averías en el sistema de transmisión.

Cuando la avería se produce en la mecha, la situación puede resolverse realizando una perforación en la parte posterior de la pala, por donde puede fácilmente pasarse un cabo hacia ambas bandas. De este modo se gobernará fácilmente cazando y filando ambos cabos alternativamente. Esta perforación puede ser efectuada previamente a modo de prevención.

Averías en el timón

La situación más complicada se dará cuando se produce la pérdida de la pala del timón, en cuyo caso nos veremos obligados a improvisar un timón de fortuna. El éxito o fracaso dependerá en gran medida de la habilidad que posean los tripulantes a la hora de trabajar con herramientas.

La manera más práctica de llevar a cabo la tarea es utilizar un tablón de madera a modo de pala, unido a algún listón que se pueda encontrar en el barco (remo, bichero, etc.). Este último se sujetará firmemente en algún herraje a popa del barco. La parte inferior de la pala puede afirmarse haciendo pasar un cabo por la limera (cavidad por donde pasa la mecha).

Para el gobierno de la embarcación, se utilizará el aparejo explicado en el párrafo anterior, con dos cabos bien trincados (uno a cada banda). Es preciso destacar la necesidad de continuar la navegación con velocidad reducida a fin de minimizar al máximo los esfuerzos del timón de fortuna.

Arreglar averías en el timón

Continua en: Remolque (clase 22).

Darío G. Fernández
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30/05/2024 by Instituto Superior de Navegación

Amarrar el barco a una boya o a otra embarcación (Clase 20)

Viene de: Amarrar el barco de costado, por proa o por popa (clase 19).

Tomar una boya

La maniobra de tomarse a una boya o ponerse “al borneo” es la más sencilla y segura de todas. Para ello basta con aproximarse a la boya en cuestión y pasar el cabo de amarre por el anillo que ésta posee sobre la parte superior.

Amarre: tomar a una boya

Cuando se piensa permanecer en dicha condición por mucho tiempo, es recomendable pasar un cabo adicional por uno de los eslabones de la cadena que sujeta la boya al fondo. De esta manera, de soltarse dicha boya, la embarcación permanecerá sujeta a la cadena.

La única desventaja apreciable de este procedimiento de atraque es la incomodidad para subir a bordo, ya que se depende exclusivamente del bote auxiliar. Una desventaja adicional reside en la imposibilidad de recibir suministro eléctrico en esta condición.

Abarloarse a otra embarcación

Es frecuente en puertos muy concurridos ver a una o más embarcaciones “abarloadas”. Esta maniobra debe hacerse con sumo cuidado y teniendo respeto por el vecino, dado que estamos utilizando como amarradero nada menos que a su propio barco. De más está decir que debe previamente solicitarse su autorización. Cuando la embarcación a la que pretendemos abarloarnos se encuentra al borneo, la maniobra resulta sumamente sencilla. El procedimiento es casi idéntico al anterior en cuanto a la manera de tomar la boya y sólo será necesario, como elemento adicional, que ambas popas se encuentren amarradas entre sí. De esta manera se evita que las bordas se golpeen repetidamente al separarse y volver a acercarse las embarcaciones. Como en todos los casos, debe colocarse una buena cantidad de defensas entre ambos barcos.

Si la opción es abarloarse a un barco amarrado a muelle, el método correcto sería utilizar dos través y dos springs, como se ilustra en el siguiente gráfico. Es importante que el barco al que nos abarloamos refuerce sus propias amarras ya que éstas deberán soportar un esfuerzo extra.

Abarloarse a otra embarcación

Continua en: Control de averías (clase 21).

Darío G. Fernández
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