Viene de: Construcción de una Carta de Ploteo [Canevas] (clase 13).
Cuando preparamos una navegación más o menos prolongada, habitualmente acopiamos todas las cartas de papel de las zonas a navegar, tanto sean cartas oceánicas como costeras, así como también todos los cuarterones de los puertos en donde pensamos recalar. A decir verdad, deberíamos llevar además aquellos de puertos intermedios, por si acaso. Sería lógico, también, hacerse de toda la información adicional como la que brindan los derroteros, pilots charts, etc. Como si esto fuera poco, desde hace algunos años gozamos de la posibilidad de contar con cartas electrónicas, fácilmente operables desde cualquier notebook, equipadas con sólidos programas de navegación (Ozi Explorer, Captain, etc.). Ni hablar de los modernos plotters, en cuyos minúsculos chips se pueden almacenar cartas electrónicas de todo el mundo con un grado increíble de detalle (Blue Charts, C-Maps, por nombrar solo algunas). Ahora bien, ¿Cómo hacían los navegantes de antaño para hacerse a la mar con la escasa información reinante? ¿cómo hallaban la manera de recalar en bahías y fondeaderos peligrosos, con borrosos portulanos levantados a mano? No hablemos ya de todos aquellos que se aventuraron al Nuevo Mundo. Veamos cómo lo hacían.
Las primeras cartografías
Si bien es cierto que no puede saberse con exactitud de cuándo datan las primeras cartas náuticas o terrestres, está claro que las primeras manifestaciones de algo similar a un mapa tienen su origen en la prehistoria, como lo evidencian gran cantidad de grabados en cuevas de la época. Mucho más cerca en el tiempo, podemos atribuir a los babilonios las primeras representaciones terrestres de que se tienen noticias. El mejor ejemplo de ello es el famoso “Mapa de Nuzi”, donde aparece dibujada una finca de más de 100 hectáreas. La curiosidad que presenta dicho mapa, es que en el mismo ya aparecen graficados los puntos cardinales, dando cuenta de que en la antigua Babilonia estos elementos ya se conocían bastante bien.
También se atribuye a los babilonios la creación del primer “mapamundi” que se conoce, en el siglo IV a.C. El mismo fue grabado sobre piedra y representa al mundo como un disco flotando en el océano. Claro está que “el mundo” está prácticamente limitado a la ciudad de Babilonia y sus alrededores.
Durante el mismo período, paralelamente se gestaba el desarrollo egipcio, del que se destacan sus enormes aportes en el campo de la astronomía, pero sobre todo en agrimensura. Dicha actividad quedó plasmada en sus minuciosos estudios de la topografía del río Nilo. Esto último era muy importante para el desarrollo del pueblo egipcio, ya que se hacía imprescindible poder reconstruir aquellos detalles topográficos que desaparecían cada vez que el Nilo desbordaba.
Un ejemplo interesante de la cartografía egipcia puede verse en el papiro de Turín,que data del 1150 a.C. En él se pueden apreciar las regiones montañosas donde se encuentran ubicadas las minas de oro. Los agrimensores egipcios fueron frecuentemente representados en murales de todo tipo.
De más está decir que los avances en materia catastral tanto de los egipcios como de los babilonios no podía haberse llevado a cabo sin concebir un fuerte desarrollo de los instrumentos necesarios, tanto sean de medición como de dibujo.
Continua en: El legado griego y el catastro romano (clase 15).
Darío G. Fernández
Director del ISNDF
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