Viene de: El retroceso medieval (Clase 16)
La eclosión en la Edad Media
Si ningún lugar a dudas, la obra de Al Idrisi influyó de manera determinante en la cartografía de los años venideros. En tal sentido, y casi en las postrimerías de la Edad Media, comienza a surgir en Europa una nueva manifestación de la cartografía de la época: las cartas marinas, también conocidas como “portulanos”. Si bien no se puede determinar a ciencia cierta dónde comienzan sus orígenes, se presume que los más antiguos datan del siglo XIII. Los portulanos, utilizados mayormente en navegaciones de cabotaje, presentan una característica que los diferencia de las cartas o mapamundis de la época: traían representada la rosa de los vientos, en una señal inequívoca de la utilización de la brújula en navegación. La forma de representar los rumbos en dichas cartas se basaba en un entramado de líneas que entrecruzaban todo el mapa, formando una especie de telaraña a la que denominaban “ombligo”, cuyas líneas partían de las rosas de los vientos antes mencionadas.
Entre los portulanos más conocidos podemos citar el Atlas de Cresques, una representación del mar Mediterráneo que data del año 1375.
Existen dos grandes grupos entre los que pueden clasificarse los portulanos: italianos y españoles. La característica que los diferencia reside en que los portulanos italianos representaban solamente el perímetro continental, mientras que los españoles extendían sus gráficos a las zonas terrestres. Era frecuente encontrar en los portulanos españoles la representación no solo de ríos interiores, sino también de relieves propios del terreno e incluso detalles de las ciudades más importantes.
La diferencia más concluyente tanto en los métodos de navegación como en la cartografía de la Edad Media, está dada sin lugar a dudas por la utilización de la brújula. Si bien se presume que esta ya era utilizada en la China en el siglo IX, su aplicación en el mar parece demorarse hasta comienzos del siglo XIII.
La cartografía del Renacimiento
No caben dudas que la revolución definitiva de los métodos de navegación se produce a partir de las expediciones tanto de portugueses como de españoles al nuevo continente. Esto responde indudablemente a los intereses políticos y económicos que ambos países depositaban en las nuevas tierras. De aquí que los gobiernos europeos se abocaran a la tarea de financiar todo tipo de expediciones y se comenzara a considerar a la cartografía como una poderosa herramienta de índole política y comercial. Esto, que tiene su origen en España y Portugal, rápidamente se extendió a países como Francia, Inglaterra y Alemania. En ese sentido, el Rey Carlos V puede ser considerado como uno de los grandes impulsores de la cartografía de Europa. Consciente de su valor, formó a un grupo de cartógrafos de gran renombre, pertenecientes a la Universidad de Lovaina (donde actualmente se encuentra Bélgica), para encargarle una reproducción cartográfica de los países bajos. Dicha universidad, una de las más antiguas del mundo, reunía por entonces a los más prestigiosos nombres de la astronomía, la geografía y las matemáticas.
El grupo formado por el Rey incluía a Gerard Kremer (1512-1594), Jacob Van Deventer (1500-1575) y Jemme Reinerzoon (1508-1555), todos ellos pertenecientes a un prestigioso grupo de cartógrafos flamencos. Debido a que el idioma que se consideraba científico por aquella época era el latín, los tres decidieron reemplazar sus nombres verdaderos por Gerardus Mercator, Jacobus de Deventria y Gemma Frisius respectivamente. Si bien es cierto que el nombre que mayor fama ha adquirido a lo largo de los años es el de Mercator, este fue alumno de Frisius y este último a su vez lo fue de Deventer.
Jacob Van Deventer preparó para Carlos V una representación sumamente fidedigna de los países bajos en varias entregas parciales. Estos mapas resultaron de tal agrado para el emperador, que le nombró su cartógrafo personal con una abultada renta mensual.
La obra de Deventer sirvió de inspiración a Mercator para el desarrollo de su tan conocida proyección.
Continua en: Gerard Kremer, alias Mercator y El ignoto Pedro Apiano (Clase 18)
Darío G. Fernández
Director del ISNDF
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