Viene de: Incendios (clase 23).
Mucha es la literatura referida al tema, como así también múltiples son las opiniones vertidas en la materia. Lo cierto es que, cuando se navega con tiempo duro, se deben extremar al máximo las precauciones. Si bien es cierto que con un barco bien pertrechado y una tripulación avezada el riesgo de que ocurra algo grave es mínimo, convengamos que navegar en medio de un temporal por mucho tiempo es una paliza tanto para la tripulación como para el barco y sus materiales. Navegar con mal tiempo es un trabajo arduo y requiere de un buen estado físico de la tripulación para ser afrontado con éxito. Todos los sentidos deben estar atentos a la maniobra y el barco debe encontrarse aparejado de la manera más conveniente, a fin de salir ilesos de la situación.
No existe una técnica determinada para afrontar un temporal y deben analizarse las decisiones a tomar frente a cada situación en particular. Trataremos de darles en este capítulo las herramientas que debe conocer todo timonel cuando se enfrenta a una situación de mal tiempo. Dependerá del buen criterio de la tripulación adoptar en cada caso las medidas que considere más convenientes.
Preparación del barco y la tripulación
Convengamos ante todo que lo mejor que se puede hacer cuando se avecina un temporal es permanecer en puerto. Queremos decir con esto que si no es absolutamente necesario y si además no contamos con la experiencia suficiente, lo conveniente sería dejar la travesía para otro momento. Solicitar siempre un pronóstico del tiempo antes de zarpar es una sana costumbre para saber lo que se avecina, aunque se haya decidido soltar amarras de todas formas. Hoy en día es muy sencillo conseguir un parte meteorológico confiable ya sea por internet, por teléfono o por VHF (canal 16 o en los canales en que operan los destacamentos portuarios de la zona). Si a pesar de todo se zarpa sin pronóstico, con mínimos conocimientos de meteorología es relativamente sencillo saber de antemano cuando se aproxima una situación de tiempo duro. Al menos, con la antelación suficiente como para prepararse convenientemente.
Lo primero que debería hacerse frente al inminente temporal es asumir tal situación y tener una charla con la tripulación para ponerlos al corriente de las medidas a adoptar. Es muy importante aquí que el capitán se exprese en forma clara y segura, evitando que la tripulación se intranquilice. Es de vital importancia la actitud de la persona al mando: debe infundir confianza al resto y a su vez asignarles las tareas a cada uno de los tripulantes. Todos deben conocer perfectamente cuál es su función.
El capitán asignará aquí guardias especiales de descanso, dependiendo de la cantidad de tripulantes que posea, intentando que todos puedan dormir lo suficiente como para permanecer descansados. De ser posible, lo ideal sería que siempre permanecieran dos tripulantes de guardia (uno al timón y otro llevando la navegación), mientras el resto descansa. Es conveniente además que los turnos no sean demasiado extensos, siendo dos horas de guardia y cuatro de descanso el ideal a adoptar. De no contar con esa posibilidad, habrá que conformarse con dos horas de trabajo y dos de descanso.
Se debe contemplar la posibilidad de que, en alguna situación en particular, sea necesaria la presencia de más personas en cubierta (para cambio de velas u otros menesteres). En ese caso, la tripulación que deja la guardia puede ser requerida nuevamente.
Inmediatamente después de haber distribuido guardias y funciones hay que abocarse a la tarea de poner el barco “a son de mal tiempo”. En primer lugar deberán estibarse a la perfección todos los elementos que hasta el momento se hallaban sueltos. Todo objeto que no esté fijado convenientemente puede convertirse en un temible proyectil cuando comience la faena. Los elementos personales se guardarán en bolsas de plástico así como todo aquello que no deba mojarse. Se procederá además a cerrar perfectamente todas las escotillas por las que pueda introducirse agua y se revisará la sentina y los imbornales, extrayendo de ambos cualquier elemento que pudiera obstruirlos (papeles, trapos, etc.) En cuanto a la tripulación, las personas que tomen la guardia deberán colocarse sus trajes de agua, chalecos salvavidas y arneses de seguridad con sus líneas de vida personales.
La “línea de vida personal” consiste en un faja de material sumamente resistente que se “engancha” por medio de un herraje a las “líneas de vida del barco”. Estas últimas, construídas en idéntico material, se instalan recorriendo el barco de proa a popa por ambas bandas, de manera tal que el tripulante que tenga puesto su arnés de seguridad pueda trasladarse a lo largo de la embarcación sin perder su unión con la misma. De no contar con estas últimas, se buscará algún medio seguro de sujetar los arneses (guardamancebos, candeleros, etc.). Es conveniente también abrigarse correctamente utilizando gorros, guantes y medias gruesas por debajo del traje de agua.
Dado que cuando comience la situación de mal tiempo la tarea de llevar la navegación se hará sumamente complicada, es preciso arbitrar los medios para hacerlo de todas formas. Para ello será imprescindible que contemos con una posición precisa en la carta antes del comenzado el temporal.
Sería conveniente además reportar por VHF a las autoridades marítimas de la zona respecto de la posición actual y del destino final de la singladura emprendida. Otra cuestión que aunque parezca menor no lo es, radica en la cocina. Una muy buena idea sería preparar algunas comidas ligeras (sopas) y bebidas calientes (café, té, etc.) que puedan guardarse en termos, ya que se hará sumamente difícil cocinar cuando la situación empeore.
Se da por sentado que el aparejo del barco es inspeccionado periódicamente en puerto; pero si esto no se ha hecho últimamente, es un buen momento para hacerlo. Debería revisarse que estén en su lugar todas las chavetas que sujetan la jarcia a los cadenotes (obenques, estays, burdas, drizas y escotas) aprovechando la recorrida en cubierta para hacer firme cualquier elemento suelto. Es fundamental además prestar atención a la fijación de las líneas de vida, anclas y cadenas, salvavidas circular y boya de autoencendido (tema que se tratará más adelante).
Será éste el momento adecuado para que los que sufren de mareo tomen las precauciones necesarias. Si todo lo anterior fue cumplido convenientemente, solo resta esperar
Una última recomendación: Es preferible perder algo de velocidad que romper una vela o darse un mal golpe durante una maniobra. Por esta razón se recomienda achicar paño a tiempo. La tarea de reemplazar una vela o tomar rizos será mucho más dificultosa cuanto mayor sea el viento y el oleaje.
Continua en: Curso de Timonel: Tácticas de temporal (clase 25).
Darío G. Fernández
Director del ISNDF
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